La mariposa es la “Morpho helenor prometa” una subespecie de Morpho helenor, descubierta y descrita el año 2011 por los investigadores Yubinca Gareca y Patrick Blandin en el subandino tarijeño, en el extremo sur departamental. Se trata de una hermosa mariposa con detalles en color verdoso y morado en un fondo casi negro y su tamaño oscila entre los 10 a 13 cm de envergadura de las alas. Los científicos decidieron poner a su descubrimiento el nombre de “prometa” no solo en agradecimiento a PROMETA por haber apoyado su trabajo científico, sino como un reconocimiento por su aporte a la conservación de la diversidad biológica en Bolivia. De esa manera él país y Tarija tuvieron el honor de contar en su territorio con el descubrimiento de una nueva subespecie y PROMETA el de figurar con su nombre en los registros científicos.
Hay que recordar que PROMETA comenzó hace más de veinte años la conservación de las Reservas de Tariquia y de Sama. Las redelimito, las investigó, apoyó el desarrollo de sus comunidades y las doto de un sistema de protección que funcionó adecuadamente. Hacia el 2002, una vez que el Estado creo su propio organismo de áreas protegidas, el SERNAP, PROMETA le entrego la administración de las áreas, no solo con toda la infraestructura existente, sino con fondos que garantizaron su funcionamiento durante varios años. En el siguiente periodo, la organización apoyo la creación de más de treinta unidades de conservación en todo el país (nacionales, departamentales, municipales en todos los departamentos) y realizó trabajos tan significativos, como el del asesoramiento al Servicio Departamental de Areas Protegidas de Santa Cruz, el más importante de Bolivia.
El segundo animal en la historia de PROMETA, es mucho más común: me refiero a la “Lama glama”, que todos conocemos con el nombre de Llama. Justo en el momento en que culminába el trabajo de PROMETA con áreas protegidas nacionales, una estrategia formulada en conjunto con las comunidades y el municipio de Yunchará determino impulsar su repoblamiento en el altiplano tarijeño. En ese tiempo el exceso de burros y ovejas estaba acabando con la pastura nativa de la zona (las patas de ambas especies son duras y dañinas a diferencia de las de la Llama). En aproximadamente diez años se pasó de un hato de 300 ejemplares a cerca de 12.000, disminuyend0 de manera notable la cantidad de burros (casi extintos) y de ovejas. Las llamas chapacas, gracias a su alta calidad empezaron a ganar los mayores premios en ferias nacionales (ante el asombro de los productores tradicionales). Pero más allá de estos reconocimientos el premio mayor es el de poder ver una pradera altiplánica conservada y a los comunarios de la zona con una alternativa productiva nueva.
El tercer animal que ahora define la historia de PROMETA es el Tremarctos ornatus, el oso Jucumari. Un proyecto encarado por esta organización y el zoológico de Chester de Gran Bretaña, ha logrado fotografiar por primera vez en territorio tarijeño (por lo menos en las últimas tres o cuatro décadas) a un ejemplar de esta especie y a su cría, y así verificar sin lugar a dudas que existe en el departamento de Tarija (las anteriores evidencias presentadas eran indirectas: cueros y testimonios). De esa manera Tarija puede recuperar y acrecentar su patrimonio natural y Bolivia disminuir la vulnerabilidad de esta especie amenazada por el crecimiento desordenado de la frontera agropecuaria.
El éxito del proyecto dirigido por la bióloga Ximena Velez Liendo, ha merecido que ella reciba el premio Whitley, uno de los más prestigiosos del mundo que será anunciado el 18 de mayo en Londres y entregado por miembros de la familia real británica. En este terreno, también es correcto destacar el trabajo de respaldo del departamento de conservación de PROMETA, dirigido por la bióloga Claudia Oller, otra de las profesionales tarijeñas que por años ha impulsado la investigación en las ecoregiones de Tarija y Bolivia, alcanzando un amplio prestigio nacional en el área.
El oso encontrado es “Mendeño”, “Sanlorenceño” y de seguro a partir de ahora se convertirá en un símbolo no solo de la región, sino del departamento todo.
Con el encuentro del “Jucu”, somos un poco más ricos; recuperamos nuestra naturaleza y tenemos el reto de crear las condiciones para que se siga reproduciendo en armonía con los seres humanos (cosa difícil en la práctica al tratarse de un mamífero grande). Seguro que lo lograremos si juntamos las voluntades de instituciones, Estado y sobre todo comunidades locales.